En las
pequeñas poblaciones de las distintas provincias argentinas el textil es
modo de expresión y supervivencia. Se teje para satisfacer las propias
necesidades del vestido y el abrigo personal y familiar, para agradar u
homenajear a un ser querido, para vestir a los santos, para intercambiar
o vender.
En las provincias de La Rioja, San Juan y Mendoza, en la cordillera central, donde en las altas cumbres ha habido importantes hallazgos de textiles arqueológicos, actualmente persiste la tejeduría con rasgos criollos o mestizos.
En los valles de Calingasta, Iglesia y Jáchal en San Juan, sucede algo similar, pero si bien sus raíces textiles son mas antiguas, remontándose a los hallazgos pertenecientes a las culturas de "Los Morrillos" (2410 A.C.) y "Ansilta"
(50 A.C.), las piezas que prevalecen hoy en día son utilitarias de neta
influencia hispánica, con motivos florales, o con guardas geométricas
de tipo andina hechas con teñidos por reserva con ataduras en la
urdimbre.
En la zona del litoral, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones
se destacan los tejidos de punto a 2 agujas con lana gruesa de oveja, y
los encajes de algodón llamados "mallas correntinas" que también son
conocidos como "randas" en la localidad de Monteros, Tucumán,
esta técnica elaborada con agujas de coser y finos hilos sobre
bastidores circulares, es de origen alemán, fué difundida en España en
la época en que Carlos V fué rey de ambos países.
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